Todo lo que nos llega lo atraemos a través de lo que tenemos
en nuestra mente, de lo que pensamos, ya que somos grandes imanes. Las velas colaboran
activamente en la concreción de nuestros deseos, a comprender que debemos
elevar nuestras vibraciones con la convicción de que el Universo está aquí para
recibir nuestras peticiones y para progresar proactivamente hacia lo que uno
merece.
A través de la remodelación de nuestras ideas y la conciencia de nuestro poder, tenemos la oportunidad de generar un futuro con todo aquello que consideramos es bueno para nosotros.
Eso es precisamente lo que han sido siempre simbólicamente
las velas, la expresión de un deseo que se materializa gracias al poder del
universo
Las velas son mágicas porque nos hacen pensar y nos hacen sentir, modificando nuestra percepción y poner una vela significa sentir el deseo de algo bueno. Por medio de las velas pedimos al Universo lo que deseamos, pero antes hemos tenido que individualizarlo. De aquí la íntima vinculación entre la ley de la atracción y las velas. Podemos desear muchas cosas, pero sólo las más importantes merecen que inauguremos el ritual de la vela.
Mientras la llama desciende consumiendo la cera y
acercándonos a nuestros sueños, la vela recrea los
hechos que queremos conseguir. En eso consiste la tarea de visualización. Ésta
es para muchos una de las herramientas fundamentales del éxito futuro.
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